El paradigma educativo

Durante algunos siglos, por lo menos, el paradigma educativo de occidente permaneció casi inmutable: aula rectangular, maestro parado en el frente de la clase, alumnos sentados mirándolo. Pizarrón, luego whiteboard, papeles. Otra característica es que lo común es que los conocimientos del maestro excedieran a los de los alumnos, al menos en las primeras dos etapas de la educación de un joven (escuela y liceo). Y un tercer elemento que destacamos es que cuando llegaba la hora de tratar un tema, obtener cualquier pequeña pieza de información acerca de ese tema era valioso para el grupo. Y comúnmente se transformaba en una buena nota para el alumno que aportaba esa información.

Así fuimos educados los de «treinta y pico», nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos …. en América y en Europa. En el medio se mezclaron las clases que antes eran sólo para niños o niñas, y se dejó de pegarle a los alumnos. Pero la autoridad del maestro radicaba en buena medida en un conocimiento enciclopédico de los temas mayor que el de los alumnos.

Todo eso cambia con la World Wide Web.

Hoy día, obtener información de casi cualquier tema es fácil, rápido, y barato. En cualquier idioma, en colores.

Un ejemplo y una experiencia personal. Principio de la década de los 70s. Octubre. La maestra pide a los alumnos consigan material sobre Colón y el viaje de descubrimiento. Carlitos, que tiene buena memoria, recuerda que en algún lugar de su casa hay una revista infantil (Billiken, para ser exactos), de años anteriores, con la cara del almirante en la tapa. Al llegar a casa, se dedica a una búsqueda frenética por los cientos de revistas viejas acumuladas en la profusa biblioteca familiar, hasta que ….. ¡la revista aparece! … Resultado: una buena nota para Carlitos.

¿Se imaginan el mismo pedido de la maestra hoy?

Altavista o Yahoo o Lycos; Search: «Colón» Go.

Resultado: 135 sitios y 58470 documentos encontrados! ¿Cuál elegir ??

La diferencia no es sólo de cantidad. Si así fuera, posiblemente aún fuera factible establecer criterios objetivos de selección, algún método automatizado de ejecución de dicha selección, y así llegar a un pequeño conjunto de documentos.

Pero la diferencia es de calidad.

En el 70, cualquier pieza de información servía, porque esa información era un bien escaso, y por lo tanto, cualquier pieza tenía «valor». Hoy no, la información abunda, y por ende cada pieza en sí tiene un valor muy pequeño. El proceso de selección en sí necesita otro elemento más importante que es la fijación de criterios de valorización, es decir una escala de valores para poder decidir cuál es la pieza que vale más. Y de paso, vemos que en el proceso necesitamos otra cosa: decidir.

Otra característica es que el alumno y el maestro estaban físicamente en el mismo sitio. El alumno y sus compañeros compartían el salón. Días, meses, años. Generando relaciones humanas de una calidad y una intensidad que cada uno de nosotros conoce íntimamente; la profundidad de la relación emocional que se establece cuando decimos «Fulano era compañero mío de clase». Lo vimos pasar al frente a dar la lección, nos burlamos de un maestro con él, quizás le debemos una buena nota en una prueba o le contagiamos una gripe. Lo vimos crecer al par que nosotros.

Hoy ya se imparten carreras universitarias completas vía Web. Y otra vez, las implicancias son enormes. ¿para qué asistir a Ucudal, ORT, etc si puedo acceder a clases dadas por Kotler, en vivo??

El paradigma laboral

Algo similar sucede con los trabajadores a distancia. A medida que tenemos cada vez mayor número de trabajadores «white collar» en vez de «blue collar» o «rednecks» (oficinistas en vez de obreros manufactureros o labradores), muchas de las funciones de oficina pueden ser desempeñadas desde la casa. O más genéricamente aún, desde cualquier parte, con un PC portable, y un teléfono celular.

Muchas compañías han comprendido esto y ven que –si se cumplen ciertas condiciones- se pueden obtener importantes aumentos en la productividad de los empleados, y de su propia satisfacción con las condiciones de trabajo. Horarios más flexibles, evitar congestionamientos de tránsito, usar la ropa que quiero, y no ver la cara del jefe son algunas de las ventajas que los trabajadores «del conocimiento» aprecian. Y a cambio, son más productivos.

Grandes empresas dedican recursos importantes para definir esas «condiciones» para lograr esto, pues no cabe duda que también hay pérdidas: la rueda de café de los lunes es casi siempre dedicada a comentar los deportes del fin de semana, pero también es una fuente de creatividad que se pierde al tener a los empleados desperdigados en sus casas.

Como de costumbre, el ideal es buscar lo mejor de dos mundos.

Hasta el siglo XVIII, posiblemente, la mayoría de los trabajadores eran agricultores que vivían en unidades familiares, y las interacciones entre trabajadores eran pocas. Las ciudades eran lugares de comercio e intercambio.

Con la Revolución Industrial, los trabajadores y los puestos de trabajadores se concentraron en las ciudades, dando lugar a un paradigma que es el que parece que hoy comenzamos a dejar. Las fábricas primero, y los grandes edificios de oficina después, se convirtieron en lugares de gran concentración de seres humanos, compartiendo largas horas, y dando lugar a un intercambio social que fue siempre creciente. Ese crecimiento fue acompañado, durante todo el siglo XX por un crecimiento en las comunicaciones y los transportes de personas. Internet es un enorme paso adelante en las comunicaciones, que hace, en algunos casos, al menos, no necesario el movimiento de personas. Las personas son, a fin de cuentas, unidades generadoras y receptoras de información, y muchas se mueven tan sólo para poder trasmitir o recibir mensajes, es decir, información. Internet nos permite mover la información sin mover a las personas trasmisoras y receptoras.

Los paradigmas del hogar.

Hoy muchas personas declaran que su diversión es «navegar por la Web», agregando así una competencia nueva a los tradicionales cine, teatro, parques….

Es posible comprar casi cualquier cosa para el hogar en la Web. Esto es una solución ideal para la cambiante fuerza laboral. Mientras las mujeres se incorporan cada vez más a la fuerza laboral de horario completo, la disponibilidad de tiempo para «salir de compras» disminuye. O por lo menos, no coincide con el de los grandes centros comerciales. Y las tiendas Web abren todo el día. La madre de hijos pequeños que trabaja horario completo, y que los fines de semana prefiere dedicarlos al descanso, o a atender la agenda social de toda la familia, es muy posible que encuentre un alivio a sus necesidades de movimiento si hace las compras desde casa.

Un segmento casi olvidado por los hinchas de Internet es el de los jubilados. Sin embargo, acá podemos encontrar segmentos con alto poder adquisitivo, y que –aunque lo deseen – pueden tener su movilidad restringida por motivos de salud, clima, o simple miedo a desplazarse por las calles de las ciudades. Ahora disponen de un medio para hacer sus compras, divertirse y comunicarse, sin salir de su morada.

Como los hoy jubilados quizás pertenecieron a una fuerza laboral que no usó computadoras, o porque los jóvenes solemos considerarlos incultos en temas tecnológicos, pocos sitios en Internet se dedican a la 3era edad. Pero Internet presenta una ventaja incomparable para aquellos que están perfectamente lúcidos, pero la artritis, el reuma, o los rapiñeros obligan a permanecer encerrados.


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O sea que podemos comprar lo que sea, educarnos, divertirnos, y trabajar sin salir de casa. Y entonces, ¿cuándo y para qué voy a salir de casa?

Vale la pena, entonces , recordar alguno de los elementos que Thomas Kuhn recuerda en su libro «La estructura de las revoluciones científicas» y Joel Barker en el video «A Business of Paradigms» (basado en el libro anterior):

– existe una inercia a cambiar el paradigma, llamada «parálisis paradigmática» por Barker.

– con el cambio de paradigma, «todo el mundo vuelve a cero». Es decir que lo que antes podía ser una «ventaja comparativa» (hablando en términos marketineros) como puede ser una biblioteca bien dotada en el ejemplo educativo anterior, DESAPARECE. El trabajador que es apreciado por su puntualidad y aseo puede perder esa ventaja frente a sus compañeros.

En su exitoso «La Inteligencia Emocional», Daniel Goleman hace hincapié en esos pequeños gestos que muchas veces en forma totalmente inconsciente hacemos, pero que igual trasmiten información a nuestro interlocutor. Y esto es cierto en la escuela, en la oficina o en el hogar. La maestra experimentada reconoce al alumno que está nervioso porque la lección la conoce sólo a medias; el gerente veterano sabe cuando el vendedor tiene un negocio que no se concretará. Esa es información importante que enviamos -y muchas veces también recibimos- en forma subliminal. ¿Se mantiene ese flujo con Internet? Y si no se mantiene, ¿cómo y con qué lo sustituimos?

El correo electrónico es una magnífica forma de comunicarse. Especialmente para comunicaciones empresariales, donde es bueno que las cosas queden documentadas. El lenguaje escrito da lugar a menos dualidades, menos posibilidades de doble interpretación. Pero es una forma de comunicación que funciona sólo en el plano consciente. Los seres humanos tenemos medios de comunicación muy complejos, de los cuales los elementos conscientes son sólo un subconjunto.

Creemos que el cambio de paradigma que la Web implica en todos los ámbitos de la vida apuntan a una profundidad y un alcance que pocas revoluciones anteriores de la Humanidad han alcanzado.

Es fundamental, para el profesional relacionado con Internet (es decir, todos) comprender que la revolución paradigmática no es ni buena ni mala en sí. Hay que recordar que lo que antes podía darse por cierto, ahora no lo es. ¿Comprar algo un domingo a la tarde? Esto era imposi ble hasta la llegada de los shoppings; ¿comprar algo a las 2:00 a.m.? Ahora es posible, via Web.

A la vez, con el cambio de paradigma, las ventajas comparativas de otrora desaparecen. Comprar un libro en Uruguay, década del 80? Mosca o Barreriro y Ramos.

Comprar un libro en el sXXI? Mosca, o Libros Libros o Amazon o Barnes and Noble o …

En uno de los grandes libros clásicos de la ciencia ficción, increíblemente escrito hace más de 30 años, «Ciudad», su autor Clifford Simak plantea un mundo futuro donde las personas desarrollan toda su vida casi sin salir de sus casas. Se alimentan, se divierten , trabajan, todo sin salir del hogar. El caso extremo es que todos desarrollan el mal conocido como agorafobia, es decir «terror a los espacios abiertos». Lo contrario a la hoy más conocida claustrofobia. Como las personas no necesitan salir nunca, no lo hacen, y cuando lo hacen, se aterran del gran espacio ante sus ojos.

¿Ciencia ficción? ¿Futuro?

Buena parte de lo planteado hace 30 años, hoy es realidad. ¿Será que también los aspectos negativos nos esperan? ¿Y consideraremos a Simak una especia de profeta?

Los propios paradigmas de la relación humana están cambiando.
¿Y llegaremos a la agorafobia?