Diario digital

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Los sitios de los diarios en la Web

Desde que a principios de la década del ’90 se habilitó el uso comercial de la Web, distintos medios de prensa escrita comenzaron a desarrollar sitios, convencidos del éxito seguro del nuevo medio y la ilusión de que traería fortunas en subscripciones y publicidad.

La realidad fue una verdad parcial. El éxito del nuevo medio de comunicación es incontestable: sería ya hasta aburrido citar las cifras y ejemplos del nivel de penetración y crecimiento de Internet como medio de comunicación, y la participación de los sitios que brindan información a los usuarios dentro de ésta. Para muestra basta un botón: según la encuesta anual del 2002 que realiza el Grupo Radar en Uruguay, a pesar de la recesión, la devaluación y la crisis económica más profunda de los últimos 100 años, el uso de Internet creció en el país un 20% comparado con el año 2001.

El éxito de la Web como nuevo medio de comunicación es incontestable. La otra parte de esta realidad es que prácticamente todos, sino todos los proyectos son económicamente inviables.

La otra parte de esta realidad es que prácticamente todos, sino todos los proyectos son económicamente inviables. Las subscripciones no aparecieron y cuando aparecieron representaron apenas un porcentaje de un dígito de las planificadas. La publicidad corrió la misma suerte. El torrente de dinero y nuevos negocios nunca llegó a pesar del éxito de las propuestas informativas, los miles y decenas de miles de usuarios y paginas vistas.

Es más, la nueva propuesta tuvo influencia negativa en el negocio tradicional. La más clara es que las subscripciones internacionales se esfumaron: la versión Web es más conveniente y rápida de acceder que la versión papel y ¡es gratis!. Pero también la versión tradicional en papel ha sido en mayor o menor medida canibalizada por la versión digital.

¿Cobrar o no cobrar?

Cuando ante la crisis los medios de la región se ven enfrentados al dilema de seguir financiando el costo de un proyecto que les trae decenas de miles de lectores, pero que solo les trae costos y pérdidas económicas, los diarios como El País y El Observador en Uruguay, Clarín y La Razón en Argentina y muchos otros, se plantean una vez más la vieja disyuntiva: ¿cobrar o no cobrar?

Por un lado, la fuerza de los números contesta sin dudas: cobrar. En general, si el 5% de los lectores del diario digital decidieran suscribirse, con un costo de subscripción sensiblemente menor que comprar todas las ediciones papel del período, el proyecto pasaría a ser rentable. Una empresa debe tener clientes, y clientes son los que pagan. Es cierto que sería mejor mantener una cartera de clientes mayor, pero si la fuerza de los hechos no lo permite, la sola posibilidad real de rentabilizar el proyecto hace la opción de cobrar una opción tentadora. Siguiendo un razonamiento análogo se podría decir que si se regalara la versión papel, también tendría muchos más lectores. Sin embargo la edición papel tiene costo, y tienen acceso a ella solo quienes la compran

Por un lado, la fuerza de los números contesta sin dudas: cobrar. Por otro lado, el temor a «echar» al 95% de nuestros clientes contesta convencido: no cobrar.

Por otro lado, el temor a «echar» al 95% de nuestros clientes contesta convencido: no cobrar. Inclusive si se cumpliera la hipótesis del 5%, ¿dónde iría el resto de nuestros lectores? ¿No existe forma alguna de hacer rentable una relación fluida y diaria con decenas de miles de personas? Y las preguntas siguen: una vez que comienzo a cobrar: ¿de dónde surgirán los nuevos clientes? Y si el 95% de los clientes se van a mi competidor, aunque éste pierda dinero: ¿como afecta esto mi negocio?. Existen en papel numerosos emprendimientos de distribución gratuita y muchos de ellos son exitosos, ¿porqué no es posible llevar el modelo a la Web?

Volver a las fuentes

Muchas veces cuando no se consigue contestar una pregunta como la de cobrar o no cobrar los contenidos de los diarios en la Web, no es porque no hay respuesta, sino porque se plantea esa pregunta basada en determinados supuestos que no son necesariamente sólidos. Y son estos supuestos los que deben ser cuestionados antes de intentar una respuesta.

La información es un intangible, y como tal, su comercialización debe ser llevada a cabo en base a la compra/venta de algún bien/servicio que la represente o «tangibilice». En el caso de la prensa escrita, lo que se comercializa es el papel que la soporta. Esto no necesariamente es así para todos los medios: en la radio, el modelo pasa por la distribución gratuita, en la TV hay hoy dos modelos: de distribución gratuita en la TV abierta y venta del acceso al medio como servicio en la TV para abonados, y la lista de modalidades sigue para los distintos medios.

El modelo de los diarios en papel, sólido y rentable, de los últimos 200 años no es trasladable al mundo digital porque las premisas en las que se basa dejan de ser ciertas.

El detalle sutil pero enormemente relevante es que lo que se comercializa en realidad no es la información, sino un bien/servicio que la representa y hace tangible. En el caso particular de la prensa escrita, este medio, el papel, tiene determinadas propiedades que construyeron a lo largo de los últimos 200 años un modelo de negocios sólido y rentable: el costo marginal de una copia es extremadamente bajo si la hace el propio medio de prensa y extremadamente alto si la hace un particular. El sistema de impresión y distribución de la información es extremadamente eficiente y eficaz si lo hace el medio de prensa, y extremadamente ineficiente si lo hace un particular. De esto deriva que es más económico y más rápido comprar el diario que copiarlo. No hay copias piratas o «truchas» de los diarios sencillamente porque no es ni económicamente rentable ni comercialmente viable.

En el mundo digital estas dos premisas desaparecen. Es fácil y poco costoso, extremadamente fácil y prácticamente sin costo, copiar cualquier pieza de información digital. Y más fácil y más barato aún distribuirlo en un instante a miles o inclusive millones de personas. Y allí radica el problema: el modelo sólido y rentable de los últimos 200 años no es trasladable al mundo digital porque las premisas en las que se basa dejan de ser ciertas.

El modelo construido para la comercialización de información con soporte papel no funciona para comercializar información en formato Web.

Es en este problema que radica la dificultad de la solución y no en la discusión de cuantos clientes aceptarían una subscripción: el modelo construido para la comercialización de información con soporte papel no funciona para comercializar información en formato Web. No hay trucos comerciales ni propuestas «marketineras» que puedan cambiarlo. Se necesita generar un nuevo modelo, basado en otras propuestas, tema que encararemos en la segunda parte del presente artículo.

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